Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónita, temerosa,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: "¿Mariñel?"
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: "Mariñel".
Apenas esto fue, y nada más.
E. A. Poe
permanecí largo rato, atónita, temerosa,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: "¿Mariñel?"
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: "Mariñel".
Apenas esto fue, y nada más.
E. A. Poe
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